Cómo cuidar a los niños de los resfríos de primavera

Con la llegada de la primavera suben las temperaturas y empiezan los primeros calores de la temporada. Aunque se trata de un cambio muy esperado, ya que se deja el invierno atrás, vuelven las actividades al aire libre y los días son más largos y soleados, las temperaturas varíen de forma drástica de una semana a otra, lo cual puede conllevar problemas de salud en los más pequeños.

No es novedad que los niños son más propensos a contraer enfermedades, esto se debe a que su sistema inmunológico no es lo suficientemente maduro y no poseen la misma capacidad defensiva que los adultos. Para el cuerpo, el cambio de estación supone un cambio en su ritmo biológico, que puede provocar una mayor debilidad del organismo, por ende, la facilidad para resfriarse.

Por lo mismo, es crucial evitar esos cambios bruscos de temperatura y estar preparado para que a lo largo del día se den las cuatro estaciones del año, algo que ocurre con frecuencia en primavera. Al mejorar el clima, los niños quieren jugar desabrigados y al estar activos entran en calor y de un momento a otro la temperatura baja y se vuelve más propensos a resfriarse por lo que es ideal utilizar varias capas de ropa que puedan ir quitando en función de la temperatura del momento.

Por otro lado, es importante saber diferenciar alergia de resfriado. Durante este tiempo los pólenes y malezas comienzan a aparecer lo que facilitan la presencia de cuadros alérgicos con mayor frecuencia. Si el niño tiene alergia, no tendrá fiebre, pero estornudará varias veces seguidas. El resfrío, en cambio, suele evolucionar en tos o provocar dificultad respiratoria. La picazón es la característica distintiva de un problema de alergia.

Si bien no hay una receta mágica para evitar que los niños se enfermen, existen una serie de recomendaciones preventivas para hacer frente al resfrío. A continuación, te contamos cuales son:

  • Evitar el contacto de los niños con personas que se encuentren resfriadas, con gripe u otros cuadros.

 

  • Evitar la exposición a ambientes contaminados con humo de cigarro.

 

  • Evitar los cambios bruscos de temperatura.

 

  • Ventilar el hogar diariamente, mantenerlo a una temperatura media y un adecuado nivel de humedad.

 

  • Tomar suficiente líquido para estar bien hidratados e incluir alimentos que contengan vitamina C como naranjas, mandarinas o kiwis. La miel es otra buena alternativa.

 

  • Consumir probióticos, ya que aumenta las defensas generando que nuestro organismo sea más fuerte frente a los virus.

 

  • Lavado de manos. Es importante que el niño se lave las manos antes de comer, cada vez que va al baño, después de sonarse la nariz y cuando llega de jugar. Esto evitará que esté en contacto con gérmenes que puedan traer consigo resfriados.

 

  • Hidratar bien la piel. Los cambios bruscos de temperatura deshidratan la piel y la hacen mucho más frágil y sensible aumentando las posibilidades de lesionar la piel de los niños, especialmente la de los bebés, por ello es fundamental mantenerla bien hidratada con cremas.